viernes, 15 de febrero de 2019

Madeira

Hoy nos levantamos a las 5:15 de la mañana. Hemos quedado con el taxi para que nos recoja a las 5:45. Nuestro vuelo a Lisboa sale a las 7:30 y queremos estar en el aeropuerto una hora antes. En Lisboa, donde llegamos en poco más de una hora desde Madrid, tenemos una escala de 60 minutos aproximadamente; a las 9:15 salimos hacia Funchal, la capital de la isla de Madeira, donde llegamos en un vuelo de hora y media.

Nada más llegar al aeropuerto de Madeira Cristiano Ronaldo (en honor al futbolista, que nació en la isla) tenemos una sensación de vacaciones increíble. La temperatura es muy agradable aunque estamos en pleno febrero y ver el mar es otro mundo. Para estos cuatro días que vamos a estar por aquí hemos alquilado un coche que recogemos en el mismo aeropuerto. Y como queremos aprovechar bien los días, en lugar de ir directamente al hotel, decidimos acercarnos a Santana, a una media horita del aeropuerto.

Madeira es naturaleza en estado puro. La isla de los plataneros, los picos y los acantilados.

Enseguida nos damos cuenta de que Madeira es naturaleza en estado puro. La isla de los plataneros, los picos y los acantilados. Todo es agua y verde, casas en las laderas de las montañas, infinitos túneles escarbados en esas mismas montañas para facilitar la vida a los locales -y al turismo-... impresionante. 

En Santana hacemos una parada inicial para comer en el restaurante Serra e mar, a 5 minutos de las casitas típicas de la localidad. Comemos un bolo de caco de entrante (un pan untando con mantequilla y ligero sabor a ajo que se sirve caliente y está delicioso). Pedimos también bacalao a la parrilla y cerdo troceado y salteado con chorizo. Todo delicioso. Y de postre mousse de Maracuyá. 

A la salida nos acercamos a ver las típicas casitas de Santana, de forma triangular y con su característico tejado de paja. Ahora sirven como tiendas, donde se venden productos regionales, o como puntos de información turística. Se ubican justo al lado del ayuntamiento de la localidad. Antaño, en la parte alta de estas casas se guardaban los productos agrícolas. Vemos también su iglesia.

















Seguidamente cogemos el coche y ponemos rumbo al pico Ruivo, a solo 15 km de donde estamos. El Pico Ruivo es el más elevado de la isla, con sus 1.862 metros y la tercera montaña más alta de Portugal. Pero el tiempo no nos acompaña y empieza a llover y a soplar un viento muy fuerte. A pesar de que lo intentamos y llegamos hasta el aparcamiento, desde donde dejas el coche hasta la cima hay que andar como hora y media, y creemos que en esas condiciones no merece la pena. Así que cogemos el coche de vuelta y decidimos ir a ver la Punta de Sao Lourenço, a unos 40 minutos.

En poco que bajamos del pico y volvemos a Santana vuelve a lucir un sol alucinante. En la punta de San Lorenzo hay opción de hacer una ruta de unas dos horas, pero ya son las 5 y pico y anochece antes de las 7, así que solo nos adentramos un tramo, que nos encanta, tomamos unas fotos y volvemos al coche. La peque ya está agotada -y nosotros también que llevamos muchas horas sin parar y todavía no hemos pasado por el hotel-, así que decidimos ir ya a descansar.




Nos hospedamos en una zona de la isla llamada Calheta, en el hotel Savoy Sacchorum, muy chulo. Llegamos, soltamos las maletas, vamos a hacer una mini compra en un super cercano porque vamos a cenar en el hotel y ya nos quedamos ahí descansando.

GASTOS DEL DÍA

- 30 € taxi al aeropuerto
- 34,10 € comida Santana
- 24,13€ Super Pingo Doce

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